jueves, noviembre 5

¿Podríamos guardar un poco de ternura para el final de nuestros días?
¿Acaso la vida no es más que una larga y penosa condena?

Me rehúso a pensar que sólo existimos, y mas allá únicamente queda dolor y sufrimiento.
Que estamos marcados desde el día mismo de nuestro nacimiento.

¿No es acaso cobardía, la renuncia anticipada a la felicidad probable?
Creo falta de coraje, vivir sin valentía.
Aferrarse al no fracaso, abrazar la tragedia, anclarse en la melancolía.

Por favor, guardemos un poco de ternura para nosotros, para el uno y para el otro.
No nos abandonemos al desapasionamiento, como si fuera ganado el castigo, sin merecerlo.

Te pido vivas a mi lado el presente, aceptando por anticipado el vacío de nuestras manos, el cansancio de nuestros corazones.
Que si sus soledades se acompañan, al menos estén acompasadas.

Descubrí que el sencillo y jubiloso placer de mirarte, también se llama felicidad.
Que tal vez nacimos equivocados, pero podríamos aceptar, no recibir lo que buscamos, sino obsequiar lo que queremos; ¿qué sabes tú sí, eso en realidad, es lo que necesitamos?
Así yo puedo darte amor y tu, a mi, darme olvido.
Quizás es que comprendo, que me basta con tan poco, que quizás no me baste nada.

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