jueves, noviembre 5

Deudas pendientes

Nos debemos tanto
hasta la risa
y el orgasmo fingido
los abrazos entregados
a la noche en lejanía

las noches frías de ausencia
los silencios y la cobardía

nos debemos el perdón
y cuando no pedimos permiso
tu me debes el amor
y, cielo mio
yo a ti te adeudo el olvido

haciendo el recuento
sacando las cuentas
hay, cariño mío, entre nos
un abismo de deudas

si sumamos las palabras
y restamos las derrotas
si tomas en cuenta las miradas
y olvidamos las malas horas

aún así
nos salimos debiendo

Nos debemos tanto
que te invito que comencemos
a pagar nuestras letras
por principio de cuentas
vamos empezando
por entregarnos el uno al otro
y así de una vez por todas
acabar con esta deuda
¿Podríamos guardar un poco de ternura para el final de nuestros días?
¿Acaso la vida no es más que una larga y penosa condena?

Me rehúso a pensar que sólo existimos, y mas allá únicamente queda dolor y sufrimiento.
Que estamos marcados desde el día mismo de nuestro nacimiento.

¿No es acaso cobardía, la renuncia anticipada a la felicidad probable?
Creo falta de coraje, vivir sin valentía.
Aferrarse al no fracaso, abrazar la tragedia, anclarse en la melancolía.

Por favor, guardemos un poco de ternura para nosotros, para el uno y para el otro.
No nos abandonemos al desapasionamiento, como si fuera ganado el castigo, sin merecerlo.

Te pido vivas a mi lado el presente, aceptando por anticipado el vacío de nuestras manos, el cansancio de nuestros corazones.
Que si sus soledades se acompañan, al menos estén acompasadas.

Descubrí que el sencillo y jubiloso placer de mirarte, también se llama felicidad.
Que tal vez nacimos equivocados, pero podríamos aceptar, no recibir lo que buscamos, sino obsequiar lo que queremos; ¿qué sabes tú sí, eso en realidad, es lo que necesitamos?
Así yo puedo darte amor y tu, a mi, darme olvido.
Quizás es que comprendo, que me basta con tan poco, que quizás no me baste nada.

Visita nocturna

Callada, silente
me mira a lo largo
del día que desfallece

me espera, constante
vigilando sonriente
sabe que se acerca
la hora inclemente

sin percatarme caigo
de vuelta en sus redes
ignorante, descolocada
aterrada hasta la muerte

amiga de siempre
incomprendida Melancolía
me presta sus ojos
para mirar lo que ha sido mi suerte

lo siento! lo admito!
estoy paralizada
entre mas intento mas caigo
no se quien soy, lo he olvidado