miércoles, enero 30

En peligro de extinción

No hay una palabra apropiada para comenzar a escribir en esta ocasión.
Ayer

Es el primer post de este año, debería ser fabuloso, sin embargo y a pesar de tener el sentimiento estúpido de compromiso a postear, lo he tratado de postergar hasta lo inevitable...
Hoy confesaré que me siento vieja, de hecho comienzo a considerar la posibilidad de que forme parte de una especie, como bien anuncia el título de este post, en peligro de extinción.
¿Acaso hay un motivo concreto para sentirse tan pesimista al respecto?
Hace algunos años, solía tener la esperanzadora idea de que algún día mi capacidad cerebral iba a ser suficiente para ponerme al corriente en la avanzada científica-tecnológica-social-política, etc..., sin embargo hoy con apenas veinticuatro años encima, sin un título universitario ni deseos de obtenerlo, en espera de un bebé en los próximos meses, desempleada, y bastante agripada, yo diría que no creo lograrlo.

Dejé de sasistir a la Facultad porque tenía ataques de pánico, sentía miedo a entrar al aula,después comencé a experimentar un sentimiento de absurdo respecto a la vida universitaria; me sentí parte de una representación burda y de mala calidad; fue entonces que comprendí que aquellas cosas que me retenían en ciertos lugares habían desaparecido, fuimos víctimas de la predación incontrolada de las nuevas generaciones, y de la desesperación de la vieja generación por sentirse joven.

Y allí me quedé yo de pie, admirada de ver tantas buenas cosas desvanecerse y desaparecer en el aire mismo sin dejar rastro, la única huella de su existencia quedaba en mi memoria, la cual parece que también pierdo inexorablemente.

Desaparecí pues del radar estudiantil y decidí refugiarme en los viejos vicios, me dediqué a jugar con mi consola hasta ahogarme en la ciénaga de mi mediocridad como videojugadora, comprendí que había cosas que no estaban diseñadas para que algunas criaturas nos adaptaramos.
Mi siguiente escondite y donde pensé que estaría a salvo de la debacle, fue el internet, donde a pesar de hallar círculos de personas que defendían valores imprescindibles para la conservación de la sociedad humana, descubrí asimismo que dichos valores forman ahora parte de un estatuto cáduco y aparentemente insensato para la nueva sangre, sangre que usa términos como twittear, menearlo, hoygan, feedbackeros, etc... ya era complicado cuando tuve que aprender a bloggear y a postear...

Ahora

Hoy tengo 28 años... sigo siendo una marginada, márgen el mundo y yo fuera de todo límite.
Incontrolable, herida, iracunda, frágil.
La vida se simplifica en cuanto al lenguaje y las costumbres, pero su sentido se complica y me aturde incesantemente, incansablemente, hoy también, igual que ayer, quiero renunciar.
Aún me pregunto si alguien, en algún lado, piensa en mí.