martes, diciembre 25

Un día de estos

Un día, no muy lejano, me voy a hartar,
voy a bajar los brazos y no volveré a levantarlos.
No imploraré más clemencia al cielo,
ni más compasión a los hombres.
Me quedaré sin Dios,
renunciaré a mi tierra,
emigraré al fin del mundo,
volveré mi patria el segundo que ya murió en el tiempo.

Me dejaré caer en el margen de un libro,
esa página que no tuve imaginación para escribir.
Me secaré en ese desierto sin mesías;
moriré en la última lágrima que escape de las cuencas de mis ojos,
me haré de sal, me derrumbaré, seré piedra,
luego polvo y el aire borrará mi huella.

Me extinguiré y mi nombre se perderá.

Un día, me cansaré de soñar con el abrazo que llega sin ser requerido
con el beso que baña los labios sedientos de calor
un día renunciaré a la esperanza de tener un rincón de Edén
me olvidaré de que quise volar y caí como Ícaro de plomo.

Ese día quizás pruebe un mendrugo de paz,
pagando el precio de renunciar a mi fé en el hombre.

1 comentario:

LSz. dijo...

Ícaro de plomo, quizá sirvan de algo estos brazos.